México y los riesgos para la economía mundial en 2019
Más allá de las complicaciones en la agenda económica y política interna de México, hay una serie de amenazas a nivel mundial que de concretarse, podrían hacer que la tasa de crecimiento económico de México en este año sea aún más baja de la ya de por si insuficiente meta de 2.0% para el Producto Interno Bruto (PIB). Lo que sucede en el resto del mundo es un verdadero riesgo porque el desempeño del sector exportador mexicano depende del dinamismo económico global, y las exportaciones de nuestro país representan un porcentaje cada vez más alto del PIB llegando a representar el 37.4% en 2018.
De los aproximadamente 450 mil millones de dólares que México exportó en 2018, el 79.4% tuvo como destino los Estados Unidos, por lo que resulta obvia la dependencia de nuestra economía respecto a la evolución económica de nuestro vecino del norte.
Hay un viejo adagio que dice más o menos así: “Lo que te perjudica no es lo que crees que sabes, sino lo que das por un hecho y no es así”. En los próximos dos años, los mayores riesgos para la economía mundial se derivan precisamente de que los inversionistas creen que las tendencias económicas recientes es poco probable que cambien. Los mayores riesgos incluyen una mayor desaceleración de la economía china, un aumento en las tasas de interés de largo plazo a nivel mundial, y un incremento en las políticas económicas populistas que mermen la credibilidad de la independencia de los bancos centrales, resultando en mayores tasas de interés en los bonos gubernamentales (concebidos como instrumentos 100% seguros) de economías avanzadas.
A continuación se explican estos temas.
Razones por las que la economía mundial se dirige a una recesión en 2019
En un artículo del columnista de Reuters, John Kemp, publicado el pasado 18 de enero se menciona que el crecimiento global se está desacelerando y la economía mundial se aproxima a una recesión a menos de que algo suceda que le dé un nuevo impulso. El indicador líder compuesto de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) cayó a 99.3 puntos en noviembre, su menor nivel desde octubre de 2012, y por debajo de su pico de 100.5 puntos alcanzado a finales de 2017. Este indicador se ha venido debilitando de manera consistente durante el último año y ahora se dirige (de manera indiscutible) hacía una contracción de la actividad económica.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, pone presión adicional al gigante asiático que se ha visto afectado al cambiar su modelo de crecimiento.
La inercia de crecimiento ha ido en declive por algún tiempo en Gran Bretaña, Canadá, Francia e Italia y se han presentado indicios de problemas en los Estados Unidos y Alemania durante el pasado noviembre. El dato de diciembre del indicador compuesto de la OCDE probablemente registrará una mayor caída cuando sea publicado el mes que entra, dada la debilidad ya revelada en los mercados de renta variable, así como en las encuestas empresariales.
Durante los últimos 50 años, prácticamente todas las veces en que el índice ha disminuido por debajo del umbral de 99.3, ha habido una recesión en los Estados Unidos (1970, 1974, 1980, 1981, 1990, 2001 y 2008). La única excepción fue cuando el índice se debilitó en 1998 y la economía estadounidense siguió creciendo, a pesar de una economía mundial debilitada después de la crisis financiera de los Tigres Asiáticos (mejor conocida como “Efecto Dragón”).
La mayoría de las economías, fuera de los Estados Unidos, mostraron señales claras de desaceleración económica en el cuarto trimestre de 2018. Inclusive en los Estados Unidos, el índice manufacturero de Supply Management correspondiente a diciembre, mostró su mayor desaceleración en su tasa de crecimiento desde las recesiones de 2008 y 2001. Por su parte, los volúmenes mundiales de comercio han mostrado señales de desaceleración hacía finales de 2018, después de un robusto 2017.
Cabe señalar que los fletes aéreos a través del Aeropuerto Internacional de Hong Kong, el centro de carga aérea más importante del mundo y un proxy del dinamismo del comercio mundial, registraron una disminución anualizada de 1.6% en el cuarto trimestre de 2018.
La mayoría de los economistas ahora pronostican un periodo de menor crecimiento en 2019 pero los responsables políticos han expresado su esperanza de un aterrizaje suave en lugar del inicio de una recesión. Los políticos casi siempre buscan con sus declaraciones lograr aterrizajes suaves, esforzándose en mantener la confianza de negocios y empresarios, pero hay buenas razones para ser escépticos respecto a este escenario.
La experiencia muestra que la economía está caracterizada por una cantidad relevante de mecanismos de retroalimentación positiva que amplifican los episodios expansivos, así como los baches. Las expansiones tienden a acelerar la inversión privada, el empleo, los ingresos, el gasto del consumidor y los precios de las acciones y todos ellos se refuerzan mutuamente. Una vez que la economía comienza a perder impulso, todos estos elementos tienden a interactuar entre sí en la dirección opuesta, lo que intensifica la desaceleración.
Un aterrizaje suave aun es posible, pero un aterrizaje duro es más probable, a menos de que algo suceda que le dé un nuevo impulso al crecimiento económico global. En este sentido, si los políticos quieren evitar una recesión, tienen dos opciones principales: a. Recortar las tasas de interés en los Estados Unidos para soltar un poco las condiciones financieras, y b. Concluir un acuerdo comercial entre China y los Estados Unidos para relajar las tensiones comerciales e impulsar la confianza empresarial.
Pero a menos de que los políticos intervengan con alguna de estas dos alternativas, el impulso de la economía mundial continuará menguándose y dirigiéndose hacía una recesión.
Los mayores riesgos económicos del 2019
En el mismo sentido de lo hasta ahora expresado, de acuerdo con Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard, este año existen importantes riesgos para la economía mundial. A continuación presento dos de ellos porque tendrían un impacto en la economía mexicana:
El mundo ya no aguanta una mayor expansión exportadora por parte de China.
Una desaceleración económica significativa en China puede que ya esté en proceso de ocurrir. La guerra comercial del presidente Trump ha socavado la confianza, pero este es sólo un golpe más a una economía que ya se estaba desacelerando conforme transitaba de una estrategia de crecimiento guiada por las exportaciones a una dirigida por la inversión que lleve a un crecimiento sostenido del consumo interno. ¿Qué tanto se desacelerará la economía china? Esta es una pregunta abierta, pero dada la contradicción inherente entre un sistema político cada vez más centralizado y la necesidad de un sistema económico más descentralizado dirigido por el consumo, es previsible que la desaceleración económica de largo plazo sea muy significativa.
Desafortunadamente, la opción de evitar la transición y sólo continuar promoviendo las exportaciones y las inversiones en bienes raíces no es muy atractiva tampoco. China ya es el exportador mundial dominante, y ya no queda espacio de mercado ni tolerancia política que le permita continuar su expansión de exportaciones a los mismos niveles de crecimiento de antes. El mantener el crecimiento a través de la inversión es un reto aún más grande, particularmente en los bienes raíces residenciales que representa la mayor parte de la industria de la construcción de China. La presión hacía abajo en los precios, especialmente fuera de las ciudades más grandes, está provocando que sea cada vez más difícil el inducir a las familias a que inviertan una mayor parte de su riqueza en una vivienda.
Resulta obvio que cualquier recesión significativa en China le pegará al resto de Asia, y afectará de manera importante a los países exportadores de materias primas y commodities, que en su mayoría son países en desarrollo. Europa ya está sintiendo los efectos de esta situación, especialmente Alemania. Aunque los Estados Unidos son menos dependientes de China como destino para sus exportaciones, el golpe que han sufrido sus mercados financieros (Dow Jones, NYSE, etc) y las exportaciones políticamente sensibles, especialmente de los estados que votaron por Donald Trump, podrían hacer que la desaceleración de China sea mucho más dolorosa de lo que los líderes estadounidenses quieren reconocer.
Alza en las tasas de interés de largo plazo.
Un riesgo menos probable pero más severo en su impacto sería que después de varios años de una tendencia a la baja, las tasas de interés mundiales de instrumentos de largo plazo observaran una tendencia contraria y aumentarán significativamente. No se trata de un simple apretón monetario por parte del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) en 2019. Si, es verdad que tasas de interés más altas por parte de la FED sería problemático y trastocaría los flujos internacionales de capitales y tipos de cambio, pero esto tendría un efecto de corto plazo y se podría revertir con el tiempo. La verdadera preocupación es por el riesgo de un impacto en las tasas de interés de los bonos de muy largo plazo, las cuales están ahora en su nivel más bajo de la era moderna.
¿Qué podría generar que las tasas de interés de largo plazo aumenten? Un factor, por el lado benigno, sería un aumento en la productividad en sólo una parte de mundo. Un ejemplo sería que la Cuarta Revolución Industrial comenzará a impactar más rápido de lo que se anticipa, lo cual sería bueno para la economía en su conjunto, pero podría presionar ciertas regiones y grupos que se queden rezagados. Otro ejemplo menos benigno sería que ocurriera una caída pronunciada en el crecimiento económico en Asia que hiciera que esta región perdiera su superávit comercial para convertirlo en un déficit, presionando así las tasas de interés globales. Pero tal vez la causa más probable de mayores tasas de interés globales sea la expansión del populismo que está sucediendo en buena parte del mundo. En la medida en que los populistas echen abajo las políticas pro-globalización de las últimas décadas, sus acciones sembraran las semillas de la duda respecto a que tan “seguras” son las inversiones en la deuda pública de largo plazo de los países desarrollados. Esto podría elevar las primas de riesgo de las tasas de interés, y si los gobiernos son lentos en ajustarse, los déficits fiscales aumentarán, los mercados dudarán aún más de los gobiernos y se generaría un círculo vicioso.
La mayoría de los economistas están de acuerdo en que con las actuales tasas de interés de largo plazo, las economías desarrolladas pueden contratar más deuda pública de la que contratarían si las tasas fueran más altas; pero la noción de que las bajas tasas de interés implican un costo menor y tolerable es una tontería. Los altos niveles de deuda hacen que sea más difícil para los gobiernos el responder agresivamente a shocks, tales como una crisis financiera, una ciberguerra, una pandemia o una guerra comercial que se salga de proporción. La falta de capacidad para responder agresivamente a estos shocks aumenta sustancialmente el riesgo de largo plazo de estancamiento con inflación (estagflación), y es una explicación importante del porque muchos estudios serios han encontrado que los altos niveles de deuda están asociados a menores tasas de crecimiento en el largo plazo.
Si las políticas progresivas descansan demasiado en la deuda pública (en lugar de cobrar mayores impuestos a los que más tienen) para redistribuir el ingreso, es más fácil imaginar que los mercados tendrán dudas respecto a la posibilidad de que los gobiernos algún día puedan comenzar a repagar sus compromisos.
Desde luego que hay otros riesgos para el crecimiento mundial, incluyendo el creciente caos político en los Estados Unidos, mayores complicaciones con el Brexit, los problemas de deuda de Italia y mayores tensiones geopolíticas.
Ante estos escenarios, con alta probabilidad de materializarse, es importante que el gobierno federal establezca un plan que disminuya nuestra dependencia de los mercados extranjeros, en especial del estadounidense. ¿Cómo se va a fortalecer el mercado interno? ¿Cuáles serán los apoyos para que las empresas aumenten su productividad? ¿Cómo vamos a tener una mano de obra mejor preparada y capacitada? ¿Cuál es el plan de política industrial que se implementará? Urgen las respuestas a estas preguntas porque el escenario global se deteriora de manera acelerada.
Fuente: EconoMex - Alejandro Gómez Tamez